viernes, 31 de diciembre de 2010

Krugman sobre el problema español

El nobel de economía, Paul Krugman, tiene un blog en el New York Times y se prodiga bastante por la red. No es que sea santo de mi devoción, precisamente, pero tal vez por eso es por lo que lo sigo con atención: es importante conocer muy bien los argumentos y las posiciones de los "adversarios". En algunas cuestiones estoy de acuerdo con él y éste es uno de los casos. El pasado 29 de noviembre publicó el siguiente artículo que aquí traduzco.

El prisionero español

Ahora mismo, lo mejor de los irlandeses es que son muy pocos. Por sí misma, Irlanda no puede hacer mucho daño a las perspectivas europeas. Lo mismo puede decirse de Grecia y Portugal, el cuál es ampliamente observado como la siguiente pieza del domino.

Pero a continuación viene España. Los otros son tapas; España es el plato principal.

Lo sorprendente de España desde el punto de vista americano es como su reciente historial económico se parece al nuestro. Como en América, España experimentó una gigantesca burbuja inmobiliaria, acompañada por un inmenso aumento de la deuda del sector privado. Como América,  España entró en recesión cuando la burbuja pinchó y ha experimentado un aumento del desempleo. Y como América, España a visto su déficit inflarse gracias a la caída de los ingresos públicos y los costes relacionados con la recesión.


Pero a diferencia de América, España se encuentra al borde de una crisis de deuda. El gobierno de los U.S.A. no tiene problemas para financiar su déficitcon tipos de interés a largo plazo de la deuda federal por debajo del 3 por ciento. España, por el contrario, ha visto el coste de pedir prestado dispararse en las últimas semanas, reflejando los miedos de un posible impago futuro.


¿Por qué está España en semejante problema? En una palabra, es el euro.


España estuvo entre los más entusiastas adoptantes del euro en 1999 cuando se creó la nueva divisa. Y durante un tiempo las cosas parecían ir a la perfección: los fondos europeos llegaban a España potenciando el gasto del sector privado y la economía española experimentó un rápido crecimiento.


Durante los buenos años, por cierto, el gobierno español parecía ser un modelo de responsabilidad fiscal y financiera: a diferencia de Grecia, tenía superávit presupuestarios, y a diferencia de Irlanda trató duramente (aunque sólo con éxitos parciales) de regular sus bancos. Al final 2007 la deuda pública española, como porcentaje de la economía, era sólo la mitad de la alemana, e incluso ahora sus bancos no están ni de lejos en tan mala forma como los irlandeses.


Pero los problemas se gestaban bajo la superficie. Durante el boom los precios y los salarios crecían más rápidamente es España que en el resto de Europa, ayudando a alimentar un déficit comercial enorme. Y cuando la burbuja estalló, la industria española se quedó con unos costes que la hacía no competitiva con otras naciones.

¿Y ahora qué?. Si España aún tuviese su propia moneda, como los Estados Unidos - o cómo Gran Bretaña, que comparte algunas de las características - podía haber dejado caer su divisa haciendo a su industria competitiva de nuevo. Pero con España en el euro esa opción no está disponible. A cambio, España debe realizar una "devaluación interna": debe cortar salarios y precios hasta que sus costes vuelvan a estar en linea con los de sus vecinos.

Una devaluación interna es un asunto feo. Por una parte, es lento: normalmente lleva años de alto desempleo empujar los salarios hacia abajo. Por otro lado, salarios a la baja significan ingresos a la baja mientras la deuda se mantiene. De manera que la devaluación interna empeora los problemas de deuda del sector privado.

Lo que todo esto significa es que las perspectivas económicas para España para los próximos años son muy malas. La recuperación americana ha sido bastante decepcionante, especialmente en el empleo -pero por lo menos hemos visto algo de crecimiento, con el P.I.B. real más o menos en los niveles anteriores a la crisis, y podemos esperar de forma razonable un crecimiento que nos ayude a controlar nuestro déficit. España, sin embargo, no se ha recuperado en absoluto. Y la falta de atisbos de recuperación se traduce en miedos sobre su futuro fiscal.

¿Debería España tratar de salir de la trampa dejando el euro y volviendo a tener su propia moneda?. ¿Lo hará?. La respuesta a ambas preguntas es probablemente no. España estaría mejor si jamás hubiese adoptado el euro - pero tratar de dejarlo crearía una enorme crisis bancaria mientras los depositantes se apresurarían a llevar su dinero a otra parte. A menos que haya una crisis bancaria catastrófica - lo cual parece posible en Grecia, cada vez más posible en Irlanda, pero improbable aunque no imposible para España - es difícil imaginar a ningún gobierno español arriesgándose a "deseurizarse".

España es pues un prisionero del euro, quedando sin buenas opciones. 

Para América las buenas noticias son que no estamos en este tipo de trampa: tenemos nuestra propia divisa con toda la flexibilidad que eso significa. Por cierto, Gran Bretaña también la tiene, cuyo déficits y deuda son comparables a los españoles, pero a la que los inversores no ven con riesgo de impago.

Las malas noticias para los americanos son que una facción política importante está tratando de constreñir a la Reserva Federal, eliminando de facto la ventaja que tenemos sobre los sufrientes españoles. Los ataques republicanos a la Res.Federal - piden que deje de promover la recuperación económica y que se centren en mantener un dólar duro y que luchen contra los riesgos imaginarios de inflación - suponen la petición de que voluntariamente nos situemos en la prisión española.

Esperemos que la Reserva Federal no escuche. Las cosas en América están mal, pero podían estar mucho peor. Y si la facción del dinero duro se sale con la suya, lo estarán.