viernes, 31 de diciembre de 2010

Krugman sobre el problema español

El nobel de economía, Paul Krugman, tiene un blog en el New York Times y se prodiga bastante por la red. No es que sea santo de mi devoción, precisamente, pero tal vez por eso es por lo que lo sigo con atención: es importante conocer muy bien los argumentos y las posiciones de los "adversarios". En algunas cuestiones estoy de acuerdo con él y éste es uno de los casos. El pasado 29 de noviembre publicó el siguiente artículo que aquí traduzco.

El prisionero español

Ahora mismo, lo mejor de los irlandeses es que son muy pocos. Por sí misma, Irlanda no puede hacer mucho daño a las perspectivas europeas. Lo mismo puede decirse de Grecia y Portugal, el cuál es ampliamente observado como la siguiente pieza del domino.

Pero a continuación viene España. Los otros son tapas; España es el plato principal.

Lo sorprendente de España desde el punto de vista americano es como su reciente historial económico se parece al nuestro. Como en América, España experimentó una gigantesca burbuja inmobiliaria, acompañada por un inmenso aumento de la deuda del sector privado. Como América,  España entró en recesión cuando la burbuja pinchó y ha experimentado un aumento del desempleo. Y como América, España a visto su déficit inflarse gracias a la caída de los ingresos públicos y los costes relacionados con la recesión.


Pero a diferencia de América, España se encuentra al borde de una crisis de deuda. El gobierno de los U.S.A. no tiene problemas para financiar su déficitcon tipos de interés a largo plazo de la deuda federal por debajo del 3 por ciento. España, por el contrario, ha visto el coste de pedir prestado dispararse en las últimas semanas, reflejando los miedos de un posible impago futuro.


¿Por qué está España en semejante problema? En una palabra, es el euro.


España estuvo entre los más entusiastas adoptantes del euro en 1999 cuando se creó la nueva divisa. Y durante un tiempo las cosas parecían ir a la perfección: los fondos europeos llegaban a España potenciando el gasto del sector privado y la economía española experimentó un rápido crecimiento.


Durante los buenos años, por cierto, el gobierno español parecía ser un modelo de responsabilidad fiscal y financiera: a diferencia de Grecia, tenía superávit presupuestarios, y a diferencia de Irlanda trató duramente (aunque sólo con éxitos parciales) de regular sus bancos. Al final 2007 la deuda pública española, como porcentaje de la economía, era sólo la mitad de la alemana, e incluso ahora sus bancos no están ni de lejos en tan mala forma como los irlandeses.


Pero los problemas se gestaban bajo la superficie. Durante el boom los precios y los salarios crecían más rápidamente es España que en el resto de Europa, ayudando a alimentar un déficit comercial enorme. Y cuando la burbuja estalló, la industria española se quedó con unos costes que la hacía no competitiva con otras naciones.

¿Y ahora qué?. Si España aún tuviese su propia moneda, como los Estados Unidos - o cómo Gran Bretaña, que comparte algunas de las características - podía haber dejado caer su divisa haciendo a su industria competitiva de nuevo. Pero con España en el euro esa opción no está disponible. A cambio, España debe realizar una "devaluación interna": debe cortar salarios y precios hasta que sus costes vuelvan a estar en linea con los de sus vecinos.

Una devaluación interna es un asunto feo. Por una parte, es lento: normalmente lleva años de alto desempleo empujar los salarios hacia abajo. Por otro lado, salarios a la baja significan ingresos a la baja mientras la deuda se mantiene. De manera que la devaluación interna empeora los problemas de deuda del sector privado.

Lo que todo esto significa es que las perspectivas económicas para España para los próximos años son muy malas. La recuperación americana ha sido bastante decepcionante, especialmente en el empleo -pero por lo menos hemos visto algo de crecimiento, con el P.I.B. real más o menos en los niveles anteriores a la crisis, y podemos esperar de forma razonable un crecimiento que nos ayude a controlar nuestro déficit. España, sin embargo, no se ha recuperado en absoluto. Y la falta de atisbos de recuperación se traduce en miedos sobre su futuro fiscal.

¿Debería España tratar de salir de la trampa dejando el euro y volviendo a tener su propia moneda?. ¿Lo hará?. La respuesta a ambas preguntas es probablemente no. España estaría mejor si jamás hubiese adoptado el euro - pero tratar de dejarlo crearía una enorme crisis bancaria mientras los depositantes se apresurarían a llevar su dinero a otra parte. A menos que haya una crisis bancaria catastrófica - lo cual parece posible en Grecia, cada vez más posible en Irlanda, pero improbable aunque no imposible para España - es difícil imaginar a ningún gobierno español arriesgándose a "deseurizarse".

España es pues un prisionero del euro, quedando sin buenas opciones. 

Para América las buenas noticias son que no estamos en este tipo de trampa: tenemos nuestra propia divisa con toda la flexibilidad que eso significa. Por cierto, Gran Bretaña también la tiene, cuyo déficits y deuda son comparables a los españoles, pero a la que los inversores no ven con riesgo de impago.

Las malas noticias para los americanos son que una facción política importante está tratando de constreñir a la Reserva Federal, eliminando de facto la ventaja que tenemos sobre los sufrientes españoles. Los ataques republicanos a la Res.Federal - piden que deje de promover la recuperación económica y que se centren en mantener un dólar duro y que luchen contra los riesgos imaginarios de inflación - suponen la petición de que voluntariamente nos situemos en la prisión española.

Esperemos que la Reserva Federal no escuche. Las cosas en América están mal, pero podían estar mucho peor. Y si la facción del dinero duro se sale con la suya, lo estarán.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Sobre las subidas del IVA

Escribí el siguiente texto en Junio pasado, pero no terminaba de quedar satisfecho con él. Como gesto de buena voluntad y con el propósito de continuar añadiendo entradas lo publico hoy. En unos días espero escribir una entrada comentando los efectos que la subida del IVA ha tenido en la práctica sobre la recaudación y el consumo y que podemos aprender de ello:


Desde el 1 de Julio, el Impuesto sobre el Valor Añadido ha subido dos puntos para el tipo general (del 16 al 18%) y un punto para el reducido (del 7 al 8%). La subida viene motivada por la necesidad de reducir el déficit público tratando de aumentar la recaudación. En el presente texto veremos algunas conclusiones muy básicas sobre los efectos esperados directos de la subida de dicho impuesto.


  1. Algunas cuestiones sobre los impuestos al consumo.

Los consumidores se enfrentan continuamente a decisiones de consumo y ahorro. Son las dos únicas posibilidades respecto al uso de la renta disponible: o la consumimos o la ahorramos. No hay más alternativas dadas las definiciones de ambos términos. Es bien sabido que la propensión al consumo (el porcentaje de la renta dedicado al consumo) es mayor en consumidores con rentas bajas que con rentas altas. Parece sensato pensar que una persona con una renta de subsistencia apenas pueda ahorrar, mientras que Sergei Brin o Larry Page no tengan suficiente tiempo como para gastarse una mínima parte de lo que ganan. Dado que un impuesto sobre el consumo, como el IVA, grava a todos los consumidores por igual las personas con rentas más bajas pagan un porcentaje mayor de su renta en impuestos por el mero hecho de que consumen porcentualmente más.

Se podría contraargumentar que el IVA no es el mismo para todos los productos y que los productos de primera necesidad tienen un tipo más bajo, y que, presumiblemente el tipo aplicado a los productos que compra una persona de renta baja es menor. Esto es cierto en parte. Los alimentos, por ejemplo tienen un 7% (ahora el 8%) de IVA. Esto incluye el chopped del bocadillo de los niños y el más exquisito de los jamones ibéricos al alcance de pocos bolsillos. Por otro lado, los pañales, por ejemplo, van al tipo general y son realmente caros y bastante ineludibles.

Los impuestos indirectos, como el IVA, no tienen un efecto redistributivo y son de hecho regresivos por naturaleza (paga menos el que más tiene).


  1. ¿Quién paga el IVA?

La obligación formal de recaudar el impuesto y liquidarlo después a Hacienda es de las empresas: pagan IVA a sus proveedores, lo cobran a sus clientes y liquidan la diferencia periódicamente. Es un impuesto al consumo y debe ser transparente a la actividad empresarial. Quien lo paga en último término es el consumidor, que no tiene la posibilidad de “traspasarlo” al siguiente eslabón. Se trata en definitiva de un impuesto sobre el consumo final.

Pero... ¿quién paga realmente el impuesto?. Vamos a utilizar un gráfico explicativo para ver el efecto de la aplicación de un impuesto sobre el consumo.


Sobre la gráfica anterior (cantidad de producto en abscisas y precio en ordenadas) vemos expresada la demanda D (que nos indica la cantidad que el conjunto de consumidores desearía adquirir a cada precio) y la oferta previa al impuesto S1 que refleja la cantidad que las empresas están dispuestas a producir y sacar al mercado dependiendo del precio. La situación inicial tendría un punto de equilibrio produciendo la cantidad Q1 al precio P1. (Que esa sea la situación de equilibrio no quiere decir que en todo momento y en todo lugar eso sea así. Lo que quiere decir es que en la medida en la que eso no ocurra existen incentivos y desincentivos para ir acercándose a ese punto. Podríamos entender el gráfico anterior como un diagrama de fases e incluir complicadas ecuaciones dinámicas para determinar cómo se aproxima la situación de mercado al equilibrio pero eso no aporta nada, excepto complicación a efectos de lo que tratamos de explicar aquí).

Los efectos de la aplicación de un impuesto pueden estudiarse trazando la curva S2, la oferta aparente con los precios con iva incluído. El consumidor se enfrenta a la oferta con "iva incluido" S2 mientras que los oferentes percibirán los precios descritos por la curva S1. La nueva situación de equilibrio la constituyen los puntos Q2 (menor que Q1) y P2 (mayor que P1). En resumen: disminuirá la cantidad comerciada a la par que aumentarán los precios.

Si nos fijamos bien, la subida del precio de P1 a P2 es inferior al impuesto recaudado (distancia P1-P3). Los consumidores pagan una parte (la diferencia entre P2 y P1), mientras que las empresa perciben el precio determinado por la curva S1, P3. La proporción pagada efectivamente por cada uno dependerá de la elasticidad de las curvas de oferta y demanda como veremos más adelante.

Imaginemos el caso de un producto con una demanda muy inelástica, como por ejemplo los tampones de uso higiénico femenino. Aunque el precio de los mismos aumente es previsible una pequeña disminución en la demanda de los mismos: tal vez se cambien menos amenudo o incluso es posible que determinadas mujeres con grandes dificultades económicas los sustituyan por otras alternativas, pero en general, podemos suponer que la demanda es bastante rígida. Podemos tratar de representar esto gráficamente dibujando una curva de demanda (D) muy "empinada" o vertical. Dejo como ejercicio al lector comprobar que en ese caso, el análisis gráfico prevé una mayor proporción de pago del impuesto por parte del consumidor.

lunes, 12 de julio de 2010

El tabaco y las arcas públicas

Hace unos días mandé una carta al director del Diario de Navarra. No fue publicada, de modo que la copio y pego aquí:

Leo con interés la información aparecida en su diario el pasado domingo 4 de Julio en relación al coste sanitario derivado de atender las enfermedades causadas por el tabaco. Se estima un coste anual en Navarra de 227 millones de euros mientras que la recaudación de los impuestos sobre el tabaco apenas llega a los 150 millones de euros. Parece como si se quisiera dar a entender que los fumadores suponen una pesada carga para las arcas públicas. 

Déjeme sin embargo hacer unos sencillos cálculos más cercanos a la realidad:
Se estima que el porcentaje de fumadores en Navarra está en torno al 27% de la población. Redondeando la cifra es cercana a los 150.000 fumadores. Si trasladamos los datos anteriores nos encontramos con que el coste sanitario anual de un fumador es de unos 1.500 euros anuales mientras que los impuestos recaudados suponen aproximadamente 1000 euros por fumador. Introduzcamos ahora algún dato más: la esperanza media de vida de un fumador es de entre 10 y 14 años menor que la de un no fumador. Teniendo en cuenta que la pensión media de jubilación en España ronda los 900 euros mensuales, esto es, casi 11.000 euros anuales, nos encontramos en el mejor de los casos con que la Seguridad Social se ahorra 110.000 euros en pensiones por cada fumador. No tengo aquí en cuenta que al morir antes, ese fumador medio tampoco hará incurrir a la sociedad en los elevados gastos sanitarios de las personas de edad muy avanzada. 

Si esos 110.000 euros de ahorro en pensiones los dividimos para los 500 euros de déficit sanitario-impositivo, veremos que para que la sociedad pierda dinero con un fumador medio, éste debe fumar durante al menos 220 años, cifra alto improbable. 

Creo que lejos de criminalizar a los fumadores deberíamos concederles como mínimo una medalla al mérito civil, ya que con su lento suicidio hacen una gran labor a favor de las arcas públicas.

miércoles, 30 de junio de 2010

Gasto sanitario en distintos países


Publica The Economist el anterior gráfico sobre gasto sanitario en distintos países. Lo coloco aquí porque me sirve muy bien como ejemplo de hasta que punto de vez en cuando debemos mirar a los datos para no caer en el error de caer en ideas preconcebidas.

He escuchado muchas veces críticas al sistema sanitario estadounidense y el hecho de que la cobertura no sea universal como una especie de argumento según el cual quien no tiene dinero muere en la calle sin ningún tipo de asistencia pública. Veamos qué nos dice el gráfico. Sobre todo, centrémonos en las barras oscuras, las que recogen la media del período 2000-2008. Vemos en él cómo en los USA el gasto sanitario asciende al 15% del PIB, siendo público el 47% (cuadradito blanco de la columna de la derecha). Esto significa que aproximadamente el 7,4% del PIB es gasto público sanitario.

Miremos la columna de España: 8% de gasto sanitario total y un 73% de gasto público, lo que situa el gasto público sanitario en un 5,7% del PIB (aprox.).

Teniendo en cuenta además que el PIB per cápita (a valores de paridad de poder adquisitivo) de los USA es aproximadamente 1,5 veces el español, nos encontramos con que la sanidad pública americana destina aproximadamente el doble por habitante que en España (7,4 x 1,5 = 11,1 ).

Por supuesto, uno no puede quedarse sólamente con las cifras globales, pero apuesto a que a más de uno le sorprenden.

viernes, 25 de junio de 2010

Algunas cuestiones sobre la utilidad y las preferencias

En una entrada anterior comenzábamos a esbozar los conceptos más elementales de la teoría del consumidor. Nuestro objetivo era ser capaces de describir las variables más relevantes subyacentes a la demanda. En economía se suele emplear el lenguaje matemático ya que éste tiene algunas ventajas, como ser universal y difícilmente "reinterpretable" o malinterpretado, y nos permite además formular hipótesis susceptibles de ser contrastadas empíricamente. Trataré de mantenerlo en su mínima expresión, pero lo utilizaré cuando sea necesario.

Hasta ahora habíamos tratado de modelizar las "preferencias" de un consumidor partiendo de algunos supuestos muy básicos. Quizás valga la pena reflexionar un poco sobre la función de utilidad que hemos creado y algunas de las implicaciones que dicho enfoque tiene.

1) La utilidad no es aditiva. Hemos definido una función de utilidad con sus curvas de indiferencia (curvas de nivel) para un consumidor concreto. La utilidad no tiene una unidad de medida, no existen los "utiles" que puedan sumarse como quien suma manzanas. El hecho de que la utilidad no sea aditiva impide que sea utilizada directamente para hacer comparaciones de bienestar: si partimos de una situación en la que el señor A tiene un grado de utilidad a, y el señor B un grado de utilidad b, y quitamos algo al señor A, para dárselo a B, de manera que A tenga un grado menor de "satisfacción" y B uno mayor, NO podemos decir si la situación final es igual, mejor o peor desde un punto de vista de la utilidad conjunta. La utilidad que le "quitamos" a A no es comparable con la que le damos a "B". Para hacer ese tipo de afirmaciones es necesario echar mano de valoraciones morales, y por tanto discutibles e imposibles de contrastar empíricamente. Podemos simpatizar con Robin Hood, pero la Teoría Económica no está ni a favor ni en contra. Es por ello por lo que los estudios sobre bienestar se centran en el concepto de óptimo de Pareto. La Teoría Económica huye de las valoraciones morales: sólamente trata de comprender, explicar, medir y predecir.

2) No existen las preferencias de "grupo". Las preferencias son individuales y no es posible resumirlas en una única función que resuma las preferencias de un grupo de personas. Este hecho viene reflejado por el Teorema de Imposibilidad o Paradoja de Arrow.  Dicho de otra manera, cuando tras las elecciones un político dice "el electorado quiere que blah, blah, blah", está diciendo una chorrada. No existe el "electorado" como una masa unánime con preferencias definidas. Ni es posible desarrollar un sistema democrático que lo haga.

No he visto muchas discusiones al respecto pero me gustaría saber cómo afecta esta paradoja a conceptos tan en boca de algunos como la "ciberdemocracia". Parece que quien decida qué, cómo y en qué orden se sometan a votación las distintas propuestas puede manipular el resultado incluso cuando todo el mundo vote de acuerdo a sus propias preferencias...

3) Es posible saturarse de un bien, de tal forma que no sólo una unidad adicional no tenga un efecto positivo sobre la utilidad, sino todo lo contrario. Dicho supuesto no altera sustancialemente el análisis ni las conclusiones aunque dificulta algo el análisis gráfico y matemático y puede distraer la atención sobre algunos conceptos. En general estas cuestiones no suelen ser excesivamente relevantes ya que suele ser difícil que los consumidores puedan adquirir de todos los bienes hasta un nivel de saturación local.

Continuará...

miércoles, 23 de junio de 2010

Sobre el informe de fiscalidad de ELA

He llegado a través del link de un amigo a la siguiente página, en la que se presenta un informe del sindicato ELA sobre la fiscalidad en Navarra.

No he podido hallar el informe original en la página de ELA ya que el publicado en su página hace referencia a datos similares, pero no de Navarra ya que parece ser que no estaban disponibles en su momento.

La verdad es que me gustaría mucho conocer la fuente de los datos para poderlos contrastar. Presentar un estudio sin citar las fuentes lo convierte en algo, cuando menos, dudoso. Por lo menos se puede dudar de la competencia de quien lo ha preparado, más aún cuando de forma torticera se retuercen conceptos llevando a conclusiones erróneas a quien no esté familiarizado con los términos utilizados. He buscado aquí y parece que los datos no están disponibles todavía.

El informe es un despropósito desde el primer momento. La crisis ha afectado muy significativamente a los ingresos fiscales, y si no, no hay más que ver la evolución de los impuestos indirectos (IVA y otros impuestos especiales) que están directamente relacionados con la actividad económica tal y como puede verse en el gráfico a continuación (Fuente: Gobierno de Navarra)


Pero lo más divertido es el capítulo de las "alarmantes conclusiones". Copio y pego la información de Diario de Noticias:

Uno de los aspectos en los que ha incidido Lakuntza es en las "alarmantes conclusiones" que se derivan del análisis de la renta media declarada en el IRPF, ya que en el caso de quienes tienen rentas de trabajo ésta ha sido de 25.059 euros frente a los 10.130 euros de las rentas profesionales y los 7.203 de las rentas empresariales.

Los empresarios no declaran normalmente sus rentas como rentas empresariales, ya que suele ser habitual que la empresa tribute por el Impuesto de Sociedades y que el empresario perciba un salario por su trabajo. A veces es un salario alto. Otras veces lo fija más bajo si tiene una mayor incertidumbre... A efectos de IRPF se consideran rentas empresariales las resultantes, por ejemplo, de alquilar inmuebles (si se dan algunas condiciones), o las que se le generan al pequeño inversor que ha adquirido un placa solar. Esto es... las "rentas profesionales y empresariales" a efectos de IRPF no es "lo que ganan profesionales y empresarios". Hay asalariados con rentas empresariales y empresarios cuya totalidad de rentas es laboral.

¿Que hay fraude fiscal? ¡¡Por supuesto!! Y mucho, según las estimaciones que circulan por ahí. Pero afirmar que la disminución de la recaudación fiscal no tiene que ver con la crisis es una falsedad tendenciosa. Entiendo que encaje con lo que algunos desean ver, pero los datos son tozudos, las cifras responden a conceptos con definiciones precisas y es importante conocerlas antes de aventurarse a sacar conclusiones.

P.S.- Según pude escuchar el otro día en un debate en televisión, el número de contribuyentes navarros con una placa solar (y en consecuencia, con "rentas empresariales" sin ser necesariamente empresarios) es de... 8000 personas.

domingo, 13 de junio de 2010

Modelos

La teoría económica se construye utilizando modelos. Los modelos tratan de identificar aquellas magnitudes relevantes al fenómeno que tratan de explicar y de forma implícita proponen una serie de relaciones entre las mismas susceptibles de ser valoradas y contrastadas con datos empíricos. No basta con decir "si sube el precio, la demanda del bien X bajará"; hay que proponer un modelo que nos de la oportunidad de comprobar con datos si esto es así siempre y en qué magnitud.

Los modelos son una forma de abstracción de la realidad muy útil pero jamás se debe olvidar que deben ser contrastados empíricamente.

Los modelos hacen simplificaciones. De la misma manera que un físico puede resolver un problema de dinámica suponiendo una "masa puntual" o eludiendo las correcciones derivadas de la teoría de la relatividad sobre la mecánica de Newton. No es necesario incluir TODA la información para quedarnos con lo esencial. Después veremos como algunos supuestos utilizados (como el de la racionalidad de los agentes) no son estrictamente necesarios para llegar a las mismas conclusiones, pero simplifican mucho el aparato matemático.

Empezaré hoy presentando los elementos más simples para llegar a descubrir qué se encuentra detrás de la demanda. Puesto que el lenguaje de la economía son las matemáticas, la demanda será finalmente representada por una función de demanda. Dicha función será estimable por métodos estadístico-econométricos y contrastada en cuanto a los signos y/o valores de los parámetros que la componen.

La función de demanda tratará de predecir la cantidad de unidades de un bien X que un conjunto de consumidores estarán dispuestos a adquirir dado cada precio. De momento supondremos que los precios nos vienen dados, ya que para estudiar los mecanismos de formación de los precios necesitaremos también conocer las características de la oferta, y todavía no hemos llegado a ello.

El primer paso para la construcción de la función de demanda consiste en modelizar el comportamiento del consumidor. Aunque NO es estrictamente necesario que el consumidor sea racional (véase Gary S. Becker, “Irrational Behavior and Economic Theory”, Journal of Political Economy 70, Febrero de 1962) la suposición de que lo es no parece muy desacertada. En realidad el principio de racionalidad no presupone nada más que el consumidor dispone de un conjunto de preferencias o de "gustos".

Dichas preferencias cumplen las siguientes propiedades, siendo A, B y C, cestas de bienes:
  1. Las preferencias son completas. Esto es que si preguntamos a un consumidor qué prefiere, A ó B, siempre sabrá si prefiere A, ó B, ó si le es indiferente. No contestará "no sé". 
  2. Las preferencias son reflexivas. Esto es, A es indiferente a A. Me da igual que me den un plátano de postre o de postre un plátano.
  3. Las prefencias son transitivas. Si prefiero A a B y prefiero B a C, prefiero A a C. Esto es, si prefiero un Ferrari a un Audi A4, y prefiero un Audi A4 a un Seat León, prefiero un Ferrari a un Seat León. ¿Parece razonable, no?
  4. Las preferencias son continuas. Aunque existe una definición matemática precisa asumamos por el momento que este postulado lo único que afirma es que cualquier cesta de bienes A está contemplada dentro de las preferencias del consumidor.
  5. Las preferencias son monótonamente fuertes. Es la traducción matemática de algo así como "todos los bienes son buenos" y en consecuencia "es preferible lo más a lo menos". 
Las cinco propiedades anteriores permiten derivar matemáticamente la conclusión de que existe una función de demanda y que ésta tiene pendiente negativa (a menor precio, mayor cantidad demandada), pero lo veremos más adelante. De momento me conformo con traducir las anteriores condiciones a un elemento gráfico-matemático que ayuda bastante a asumir y completar el análisis: la función de utilidad.

Las preferencias del consumidor descritas anteriormente pueden ser expresadas mediante una función de utilidad. La utilidad es un concepto auxiliar: NO EXISTE como tal. Basta con que seamos capaces de ordenar las preferencias de tal manera que puedan ser modelizadas. Dicho en otras palabras: la utilidad no es un cardinal, sino un ordinal.

Para poder trabajar gráficamente trasladaremos todo a dos dimensiones. La proyección de la función de utilidad sobre los ejes de dos bienes X y Y, podrá representarse entonces mediante un mapa de "curvas de nivel" o curvas de "indiferencia", ya que representan los conjuntos de bienes que resultan indiferentes a un consumidor dado:





Dado el conjunto de propiedades citado anteriormente es posible deducir que las curvas de indiferencia serán: decrecientes, convexas y no se cortan. 

Seguiremos otro día...

viernes, 11 de junio de 2010

Definiciones... o casi

He comenzado a escribir esta primera entrada "en harina" unas cuantas veces. He querido volver a escribir por enésima vez una definición de Economía (en el sentido de "economics" en inglés), pero... ¿para qué?: tenemos una wikipedia estupenda donde poder leer un montón de cosas interesantes. Creo que puede resultar mucho más interesante hacer aportes personales aún a riesgo de resultar más impreciso.

La economía es una de las tres disciplinas ("ciencias" según algunos) que estudian el comportamiento humano junto con la psicología, que estudia las motivaciones y el comportamiento individual y la sociología que estudia el comportamiento humano en cuanto a ser social, a grupo. La economía estudia el comportamiento humano respecto a sus decisiones de elección entre bienes escasos susceptibles de usos alternativos. La economía es el estudio de la elección humana. Es el estudio de cómo se comporta el hombre ante las situaciones de escasez. No es nada más (y nada menos) que eso.

El núcleo central de la economía lo constituye la Teoría Económica. Puesto que es absolutamente imposible entender cuestiones de política económica sin una base sólida de teoría económica iré durante las próximas entradas presentado conceptos y resultados elementales de Teoría Económica. Empezaré por la Microeconomía (la parte de la Teoría Económica que estudia el comportamiento de los agentes y mercados individuales) para poder llegar a la Macroeconomía (estudio de la economía en su conjunto, a nivel agregado) más adelante.

Seguiremos...

miércoles, 9 de junio de 2010

Presentación

Soy economista. No ejerzo como tal, aunque dediqué algunos años a la Universidad, preparando dos tesis que por motivos personales una y por motivos económicos la otra no llegué a leer. Tal vez en el futuro...

El motivo que me lleva a iniciar este blog no es otro que la enorme incultura sobre cuestiones económicas que veo, escucho y leo a diario. Si tú, que lees esto, no sabrías darme una definición de capital, o en qué se diferencia el capital del dinero. Si te da lo mismo decir "riqueza" que "renta". Si utilizas las palabras micro o macroeconomía sin haberte acercado jamás a un manual de teoría económica, entonces puede que encuentres este blog de utilidad.

Ya que estamos en la presentación, diré que no me gusta (nunca me ha gustado y no soy el único economista que dice esto) el término "ciencias económicas": prefiero hablar de Economía a secas. Se puede hablar de Economía con tanto rigor como se puede hablar de biología o de medicina pero creo que no es ciencia. Tampoco creo que las matemáticas sean  ciencia por más que se empeñen en llamarlas "ciencias exactas" y nadie me discutirá (espero) que son una disciplina extraordinariamente rigurosa.

Y con esto doy por inaugurado este blog...